Rubén Dario Vidal Palacios

  La aceptación de sí mismos se da en la percepción física, corporal y la apariencia personal que se tiene, es importante citar que la autoimagen tiene que ver con el cuidado y aprecio corporal recibido en la infancia/adolescencia. Muchos jóvenes viven en violencia con su diálogo interior, ese diálogo, y se vuelven jueces y censores de ustedes mismos, porque el ideal de quien deberían ser, es inalcanzable para esa voz interior que con el paso del tiempo, se vivió una mezcla de voces sádicas y exigentes que han escuchado a lo largo de su crianza.

 La educación en la crueldad y el miedo es mala, pero los que son esclavos de estas pasiones no pueden dar otro tipo de educación.

La sumisión se considera la única opción frente a una autoridad incuestionable. Se debe obediencia a los padres solo por el hecho biológico de serlo, pero no porque se lo hayan ganado aprendiendo a escuchar, comprender y negociar. Hay muchos padres que creen que sus hijos están bien educados cuando se han dedicado a domesticarlos como si fueran animales para que tengan la apariencia que necesitan. 

Las rupturas matrimoniales, las discusiones y hasta los golpes en los matrimonios, hace que muchos jóvenes tengan bajo el autoestima, en consecuencia buscan escapes a sus sentimientos y frustraciones,  no todos se refugian en lo mismo, algunos buscan novio(a), y otros consumen drogas como alcohol, cigarro, marihuana, cocaína, etc. Los malos noviazgos lo construyen jóvenes confundidos y un mal noviazgo en un mal matrimonio, es decir, una cadena.

El mejor consejo y la enseñanza mayor que uno puede dar a los seres queridos es la del desinterés por lo material, porque muchas veces la infelicidad se produce por la ambición al dinero. En consecuencia, la satisfacción más grande que uno puede tener mientras exista, es contar con hijos honestos, que hagan de su vida una línea recta y lleven a la práctica sentimientos sinceros de amor al prójimo, en especial, a los débiles y pobres.

A lo largo de los años que he trabajado con estos muchachos hemos creado un vínculo, el cual está basado en la confianza que ellos me tienen y en la orientación que yo les brindo. Siempre he dicho que al final del día los chicos son chicos, y los responsables de que sean buenas personas somos nosotros los adultos.