Cuando éramos niños se nos trataba de proteger contra toda clase de peligros morales imaginarios a base de prohibiciones, y realmente nunca se nos mencionaron los verdaderos peligros morales y los actos verdaderamente perniciosos a los que se ve tentado y se expone un adulto; tales como las triquiñuelas en los negocios siempre que no estén prohibidas por la ley, la dureza en el trato a los empleados, la crueldad con la esposa y con los hijos y la malevolencia con los competidores.